El Arte de Falsificar Arte/ Certifica tu Obra Gráfica Pintura «La última cena I» de Han van Meegeren en la 11ª feria de arte y antigüedades en Rotterdam el 31 de agosto de 1984. – En el verano de 1938, Han van Meegeren se mudó a Niza. En 1939 pintó «La última cena I» al estilo de Vermeer. Imagen:  GaHetNa  Natiionaal Archief NL/Wikimedia.

Autorretrato Han van Meegeren (Dominio Público)

Han van Meegeren, un pintor holandés fallecido a mediados de siglo XX, ostenta junto a Elmyr de Hory una extraña y poco honrosa rivalidad: posiblemente sean, hasta hoy, los dos más famosos falsificadores de obras de arte de la historia. Sus vidas y hazañas, realmente fascinantes, llenan páginas de la historia del arte del siglo XX y están profundamente enraizadas en su poca suerte como pintores originales: eran artistas extraordinarios que, al no tener éxito en sus propuestas personales, dedicaron su tiempo a desarrollar una habilidad increíblemente difícil: pintar al estilo de otro.

En mayo de 1945, las fuerzas aliadas interrogaron al banquero y comerciante de arte Alois Miedl sobre el recién descubierto Vermeer. Basado en la confesión de Miedl, la pintura se remonta a Han van Meegeren.GaHetNa (Nationaal Archief NL) Photographer Koos Raucamp

Engañando Museos

Lo hacían tan bien que lograron ganar millones engañando museos, coleccionistas y sobre todo, ricachones suficientemente snob como para no atreverse a someter sus obras de arte a estudios más profundos que les hubiesen podido revelar la verdad. En 1940, Han van Meegeren pintó la obra «La Cena de Emaús». Se trata de un óleo sobre tela al estilo Vermeer, que se cree es la más famosa y bien lograda falsificación de la historia. Este cuadro es, por cierto, muy interesante; Meegeren lo hizo pasar por un auténtico Vermeer, (un reconocido pintor neerlandés autor del famosísimo cuadro “La joven de la perla” ) y como tal lo vendió, colándolo en colecciones museísticas por varios años. Pero en realidad, Vermeer nunca pintó escenas religiosas (se conocen 33 obras del pintor holandés) y «la Cena de Emaús», es un óleo realizado por Caravaggio, el famoso pintor italiano del siglo XVII cuya obra no tiene relación alguna con la falsificación.

La Cena en Emaús por Han van Meegeren 1936-1937, no Vermeer. imagen: Wikimedia Commons

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“Pastiches”

Muy parecida es la historia de Elmyr de Hory. Su obra pictórica, conocida en el argot del arte como “pastiches” ya que siempre son obras que tratan de imitar con mayor o menor éxito a alguien más, están de tal modo involucradas en colecciones privadas e incluso en museos del mundo que, a su muerte, ocurrida en 1976, se estableció que por lo menos 1000 obras falsas distribuidas en el mundo por marchantes inescrupulosos, habían ido a parar a las colecciones de arte más famosas de la tierra.

Pinturas Emir del Hory imágenes: Dominio Público

Ni uno ni otro se consideraron jamás falsificadores y mucho menos estaban conscientes de que su verdadero arte era el de estafar. Hory, por ejemplo, fue un experto en falsos Picasso inexplicablemente bien ubicados pues, una mirada un poco profunda de un estudioso de la obra del pintor malagueño, habría descubierto las imprecisiones en los trazos y otros detalles típicos de un pastiche de Hory y habría dado al traste con sus ambiciones.

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Pintor: Han van Meegeren  1935 – 1943 Imágenes  cedidas a Color3arte por el Rijksmuseum

Juzgados

Ambos, sin embargo, fueron juzgados por falsificadores y Meegeren pintó – delante de las autoridades – durante uno de sus procesos judiciales, un Vermeer tan auténtico que dejó a todos con la impresión de que el hombre era una fotocopiadora, salvándose de una cadena perpetua al haber sido señalado como colaboracionista.
Pasaron a la historia; aunque sus finales no fueron felices para nada, lograron escabullirse de penas de cárcel y obtuvieron reconocimiento. El siglo XXI ha sido testigo de numerosas exposiciones de su legado, tanto de falsificación como de su escaso trabajo original, en sitios tan prestigiosos como el Círculo de Bellas Artes de Madrid. 

Juicio a Han van Meegeren Imágenes y vídeo Creative Commons

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La importancia que tiene la certificación de una obra

Es anecdótico, ciertamente, pero ilustra perfectamente la importancia que tiene en el mundo de las artes la certificación de una obra. Un proceso que no debe dejarse en manos de personas sin la suficiente preparación y que es cada vez más exigente, ya que una certificación garantiza de manera legal que una obra pertenece a determinado autor a partir del estudio de ciertos exigentes parámetros. La autentificación da valor a la obra en el mercado del arte, facilitando su venta entre particulares.

No obstante, todos los certificados no poseen el mismo valor a la hora de una transacción comercial que implique la obra en cuestión. Hay casos extraordinariamente curiosos; por ejemplo, está demostrado que, en el catálogo oficial de la obra de Georges Braque, existen dos obras que no son suyas, pero fueron autentificadas por él, en vida. Por lo tanto esas obras aunque gozan de doble certificación ya que aparecen en el catálogo oficial de su obra y poseen la firma auténtica del pintor, no alcanzan ni remotamente el precio de una obra de Braque si salen a subasta.

Homenaje a Braque. El cuadro puede verse en  Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma

Zurbarán

Algo similar sucede con el catálogo de Zurbarán, compuesto inicialmente por más de mil títulos. Tras un concienzudo estudio realizado en 2010 por la historiadora francesa Odile Delenda, se descatalogaron cerca de 700 piezas, debido ya no a sus orígenes dudosos sino a la certeza de no haber sido obra del famoso pintor del Siglo de Oro Español. Ese estudio sirvió para establecer la obra de Zurbarán en un conjunto de 300 piezas aproximadamente.

 En el comercio del arte

Para determinar el precio final de una obra, se toma en consideración tanto la antigüedad de la obra como su presencia en museos, nivel de autenticidad, estilo, autor y por supuesto una calidad técnica consonante con la que se atribuye a determinado artista y se da inmenso valor a la credibilidad y el prestigio académico y profesional del curador que se ocupa de emitir dicha certificación. De hecho se reconoce una lista muy corta de profesionales que en el mundo están capacitados para hacerlo.

Certificar una obra es fundamental

Para saber si esa obra en concreto pertenece al autor que la firma, y despejar positivamente si la obra es su original, si se trata de una falsificación o incluso si se trata de otro pintor, fotógrafo o dibujante que tiene la misma corriente artística y firma de forma parecida. 

Es un trabajo que nos tomamos muy en serio en COLOR3ARTE. No sólo preservamos la autenticidad de lo que reproducimos y defendemos el derecho del fotógrafo y/o ilustrador a que su obra no sea usada con fines distintos a aquellos que él desea, sino que somos conscientes de que la calidad de impresión que ofrecemos, puede dar lugar a la avaricia de ciertos mercaderes del arte; por eso, todas las obras que llegan a nuestros talleres lo hacen con la aprobación del artista o con la mayor claridad de origen.
Después de todo, aunque la ley establece que es la expresa intención de engaño del que realiza la obra fraudulenta, lo que define una reproducción de una obra de arte como falsificación; nosotros nos cuidamos mucho de respetar el trabajo del fotógrafo o ilustrador que nos visita. De hecho tenemos la suerte de poder certificar el trabajo que sale de Color3arte, pues en el proceso usualmente interviene el autor.

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